Películas para chuparse los dedos
Como agua para chocolate
Fue Esquivel quien dijera en una entrevista – que “uno es lo que come, con quién lo come y cómo lo come”. Para dicha autora, cocinar “es una ceremonia de unión con el universo. Un placer enorme”. La misma comentó: “A veces, lo utilizo como contrapunto a mi escritura; en otras ocasiones, como terapia. El amor siempre está presente allí. El amor, que da sentido a todo, es lo que hace de dos cosas una, y en la cocina uno hace precisamente eso: utiliza todos los elementos que conforman el mundo, juega con ellos y, en base al amor, hace una única cosa que después va a ser ingerida por los demás”.
Es la historia de una mujer, la más pequeña de una familia, que por tradición ha de quedar soltera para cuidar a su madre. Cuando es pedida en matrimonio, el novio accede a casarse con la hermana para estar cerca de su amada. Todo un calvario de privaciones y pasiones habrá de pasar e inventa una forma de comunicación con su amor a través del paladar, de las recetas de cocina que ella se encarga de preparar.
Alfonso Arau mete así su cámara entre ollas y personajes para narrarnos, con buen pulso y notables intérpretes, esta historia de amor. Cuando vi por primera vez esta película lo que más me llamo la atención es como las tradiciones familiares pueden acabar con muchas ilusiones y proyectos. Que la hija menor deba de quedar soltera y al cuidado de la madre y no permitir que esta se case (hoy en día impensable) me lleva a considerar que algún@s dependemos y actuamos un poco por y del qué dirán y que salirse de lo establecido lleva a críticas y chismes. Para los que no la halláis visto os la recomiendo encarecidamente y sobre todo oír la voz en off de su protagonista cuando va preparando los suculentos platos llenos de amor, lagrimas y pasión . . . con estos ingredientes quien puede resistirse. . .
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